Puysan
Es poco lo que se sabe de los inicios de la industria estilográfica en Albacete, ni de por qué se eligió esta ciudad para fundar en ella una industria de este tipo.
Lo que se sabe con certeza es que, allá por 1944, un tal D. Ignacio Pujol Sánchez (al parecer venido desde Madrid), en unión con un alto cargo de la delegación en Albacete del Ministerio de Abastecimiento y Transportes, inició las gestiones para montar una fábrica de estilográficas. Al parecer, D. Ignacio Pujol era una persona de mentalidad inquieta y emprendedora, como demuestra el hecho de que, según parece, en 1953 registró en españa la marca de detergente "MISTOL", que posteriormente terminó vendiendo a Henkel.
Dado que ninguno de ellos tenía experiencia previa en este sector, y que debían crear una fábrica desde cero, llamaron para esta tarea a a D. Eduardo Sánchez Navarro (sin conexión familiar con D. Ignacio), por entonces maestro en la Maestranza Aérea de Los Llanos en Albacete (las "Maestranzas" son los hangares y talleres de mantenimiento y reparación de los aviones del Ejército del Aire, un lugar de alta calificación técnica, y en ellos un "maestro" ocupa el cargo de Jefe de Grupo por méritos de experiencia).
D. Eduardo Sánchez Navarro aceptó dejar la Maestranza (un trabajo fijo, aunque con sueldo "militar"), y asumir el crear la nueva industria sin ningún proyecto previo, pese a carecer él también de experiencia previa en la fabricación de estilográficas.
Se monta así en 1945 una empresa en la calle Barrio de la Industria s/n, con casi cien empleados, tornos universales, taladradoras, pulidoras, y máquinas especiales creadas bajo la dirección de D. Eduardo.
Es probable que empezaran fabricando para la marca LUMEBAL, de D. Luis Meléndez Baltar, un marquista de Madrid sito en la calle Preciados 9, al que suministraron habitualmente. Estos modelos de LUMEBAL se corresponden con el registro del BOPI 13.266, del 15 de Diciembre de 1944, realizado a nombre de D. Ignacio Pujol.
Es interesante mencionar aquí que poco después, el 16 de Junio de 1945, D. Ignacio Pujol registró también en el BOPI el modelo de utilidad (número 11.516) de un sistema de carga por "cuentagotas", similar al que posteriormente usarían tanto Jabalina como Soffer.
En 1946 la empresa registró la marca PUNTO VERDE, que aparece siempre grabada en la contera de la pluma
El uso de esta marca se tradujo en la aparición de un proceso administrativo cuando D. Manuel Portús (Super T) intentó registrar la misma marca, en Enero de 1947, lo cual le fué denegado (pero, como ocurría habitualmente por aquellos tiempos, las Super T BB llevaban ya cierto tiempo fabricándose en Torelló con un punto verde en su contera).
Probablemente como salvaguarda ante un posible resultado adverso de este litigio, en 1947 se registra la marca PUYSAN (PUjol Y SANchez), grabada igualmente siempre en la contera, y que fué usada en general junto con el segundo nombre POLIMNIA (musa griega de los himnos, la retórica, la geometría y la mímica; se desconoce el porqué de la elección de este nombre). Las plumas no cambian sustancialmente ni de forma ni de construcción, y ambas marcas parecen haber sido usadas indistintamente.
Los plumines, fabricados por D. Damiá Onsés de Barcelona, eran de oro de 14 Kt, con tres puntos de escritura (F, M, B). Los había ocultos ("blindados") y abiertos, éstos generalmente del nº 5 y marcados "Punto Verde".
Las plumas eran de émbolo, con un amplio visor de tinta en el depósito. Los materiales empleados eran la ebonita para cuerpo, contera y capuchón (éste a veces con metal), y un plástico transparente para el visor de tinta. La capacidad declarada en las Hojas de Instrucciones para las plumas "de caballero" era de unos 2 c.c. (7.500 palabras), y de más de 1 c.c. (4.000 palabras) para las "de señorita"
Desgraciadamente, la elección del plástico transparente usado en el visor fué una decisión nada afortunada, ya que se contraía rápidamente y gripaba al pistón de corcho. Posiblemente se tratara de un celuloide inestable sin envejecer, y la elección pudo deberse tanto a la inexperiencia en el proceso de este material como también a ser, por entonces, el único nacional disponible.
Dado que la pluma se ofertaba con "garantía perpetua", la contracción del plástico del visor debió causar no pocas reclamaciones y pérdidas, aparte de mala fama, dando como resultado que en Diciembre de 1947 se parara la actividad. El personal estuvo un tiempo yendo a la fábrica sin hacer nada hasta que, en Diciembre de 1948, un expediente administrativo cerró la fábrica, y se despidió a todo el personal. El edificio se mantuvo cerrado hasta que se derribó en los años 60.
Para ser una empresa creada de la nada, sin experiencia previa en estilográficas, y de vida muy corta, la marca PUYSAN nos ha legado un notable número de modelos y curiosidades.
Sin embargo, pocas plumas de esta marca han sobrevivido hasta hoy, probablemente por la contracción del visor de tinta (que las inutiliza como instrumentos de escritura), además de que son estéticamente poco agraciadas.
Es importante remarcar que, debido a este defecto del visor, es casi imposible tanto encontrar una pluma Puysan usable como repararlas, por lo que, a la hora de comprarlas, se deben valorar únicamente como piezas de colección "estáticas".
El primer modelo del que tenemos constancia tiene un cierre de capuchón a rosca de tres entradas, difícil de fabricar, y un largo visor transparente que exigía un laborioso pulido interior y exterior. No conocemos otro ejemplar de este modelo, y es probable que se abandonara su fabricación rápidamente, en favor de modelos menos costosos de producir (de hecho, la Hoja de Instrucciones de las Puysan "Polimnia" habla sólo de capuchones de cierre a presión).
El resto de las características de esta pluma son las habituales en los otros modelos de la marca: cuerpo ahusado en ebonita, rematado por una larga contera (que actuaba el mecanismo de émbolo de corcho por medio de un husillo) marcada "PUNTO VERDE", que tenía inserto el patentado punto de este color. En su parte frontal el cuerpo se prolonga en el visor de tinta y termina en la boquilla, en este caso troncocónica corta y rematada en un resalte de tope, en la que se monta un plumín abierto con alimentador de ebonita hecho a mano.
El capuchón, también en ebonita, tiene un anillo dorado de dos surcos con una ancha zona central, y un clip triangular con remate redondo y sin marcaje, que se inserta en una corona que sujeta a un cabujón de ebonita.
El siguiente modelo es similar, pero incorpora modificaciones tendentes a simplificar la fabricación
La contera de este modelo, puntiaguda,tiene grabado simplemente "puysan" en letras minúsculas. El cierre del capuchón pasa a ser de click, y el visor de tinta está finamente rayado. Al no necesitar tanta longitud para la rosca, la boquilla es algo más larga, lo que debió hacerla más cómoda de sujetar.
Un modelo similar al anterior, pero con fornituras plateadas, está grabado "PUYSAN POLIMNIA" en la contera mientras que en la vitola pone "PUYSAN PUNTO VERDE".
El siguiente modelo es de plumín oculto. Aparte de la boquilla carenada, el cabujón de tapón del capuchón es cónico y muy resaltado, y el clip acaba recto (estos dos detalles parecen ser habituales de las plumas Puysan de plumín oculto).
El tamaño es "Cadete" o "Señorita", y la contera está grabada "PUYSAN POLIMNIA".
Irónicamente, pese a que los plumines ocultos tienen menos cantidad de oro que los abiertos, la moda causada por las Parker 51 hizo que las plumas de plumín oculto (llamadas por entonces "blindadas") fueran más caras que las tradicionales. Un ejemplo puede verse en la publicidad de 1948 de la Papelería Rubiños de Madrid:
Un modelo curioso tiene un capuchón con un manguito metálico dorado hasta la mitad de su longitud, con unos largos cortes longitudinales, cuya razón se explica en el Registro 14.715 del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial (BOPI) del 22 de Marzo de 1947:
"(capuchones) en los que se han practicado varios cortes longitudinales, que determinan, por la misma propiedad del material, unas superficies elásticas de diámetro interior más reducido, lo que les hace adecuado para el ajuste por fricción a los cuerpos de las plumas."
Es decir, el labio del capuchón sin cortes iba sobrado de diámetro, y el manguito estaba deformado hacia el interior friccionando sobre un grueso anillo ranurado entre cuerpo y boquilla. Además, la parte metálica del capuchón obligó a proveer de un resalte de tope al visor translúcido de tinta.
Es dudosa, sin embargo, la estanqueidad de este diseño, y probablemente la tinta se evaporaba con facilidad
Miguel Huineman.
Julio 2013
Con agradecimiento a quienes han colaborado en la ilustración de este artículo, y al Sr. Rafel Puyol por su colaboración documental